Capítulo 18
Niall torció el gesto.
—Era la única manera, Demi —aseguró
tratando de razonar con ella. Parecía angustiada—. Tu madre habría muerto.
Comprobé la cobertura de tu seguro cuando le dije a Buck que te pusiera en la
nómina como ayudante. No tenía una opción médica mejor. Le dije a Buck que
pensara en algún plan, pero tu madre se puso peor antes de que pudiéramos dar
con algo.
Demi era consciente de que el corazón
le latía demasiado fuerte.
Nunca podría devolverle a Niall lo que
había pagado. Había sido pobre toda su vida, pero nunca se había sentido tan
humillada como en ese momento.
—Ahora sois parte de mi vida —le dijo
él con dulzura—. Tu madre, Selene y tú. Por supuesto que iba a hacer todo lo
que pudiera por vosotras. ¡Por el amor de Dios, no trates de reducir lo que
sentimos el uno por el otro a un puñado de dólares!
—No puedo devolvértelo —gimió.
—¿Te lo he pedido?
—Pero… —protestó Demi, preparándose
para una larga batalla.
La puerta se abrió tras ellos y
Theodore Graves, el jefe de policía, entró. Tenía el ceño fruncido. Asintió
mirando a Niall y se acercó a Demi.
Se echó el sombrero hacia atrás.
—El ayudante del fiscal del distrito,
Addy, dice que has accedido a acusar a Tarleton de un delito menor —aseguró—.
No quiere hablar conmigo del tema, y me gustaría que tú me dieras una
explicación.
Demi suspiró. Se sentía culpable.
—Es por mi madre —confesó—. Él —dijo
señalando a Niall— es muy conocido. Si el caso llega a los tribunales,
aparecerán los periodistas para averiguar por qué está relacionado con un caso
de acoso sexual. Mi madre se estresará mucho, el cáncer volverá y tendremos que
enterrarla.
Graves torció el gesto.
—No había pensado en eso —murmuró
frunciendo el ceño—. ¿A qué te refieres cuando dices que es muy conocido? —Preguntó
señalando a Niall—. Es un capataz de rancho.
—No —dijo Demi con un suspiro—. Es Niall
Horan.
Graves alzó una de sus oscuras cejas.
—¿De los Horan de Medicine Ridge?
Niall se encogió de hombros.
—Me temo que sí.
—Oh, Dios mío…
—Pero al menos tendrá antecedentes
policiales —repitió Demi.
—De acuerdo —suspiró el jefe de
policía—. Me conformaría con que pasara un tiempo a la sombra.
—Bien —intervino Niall—. Yo soy el más
decepcionado, pero no quería ver a mi futura suegra morir por culpa de esto.
—¿Suegra? —Graves lo miró asombrado.
—Bueno, tenemos que hablar de ello —protestó
Demi sonrojándose.
—Ya lo hemos hablado —replicó Niall—.
Prometiste que te casarías conmigo.
—Eso fue antes de que supiera quién
eres —le espetó con dureza.
—Me gustan las bodas —comentó Graves
con una sonrisa.
—Agradezco tu interés —le atajó Demi—.
Me gustaría enviar al señor Tarleton yo misma a prisión si el precio no hubiera
sido tan alto.
—Qué coincidencia —murmuró Graves
entornando los ojos—. Durante las dos últimas semanas yo no he pensado en otra
cosa que en enviarlo a la cárcel. De hecho, nunca viene mal recomendar la
prisión al fiscal del distrito —aseguró.
—El señor Addy dice que es poco
probable que ingrese en la cárcel, ya que es su primer delito —dijo Demi con tristeza.
—Qué curioso —respondió el jefe con
una sonrisa malévola—. Ayer pasé un rato delante del ordenador y me topé con
una condena anterior por acoso sexual en Wyoming, donde el señor Tarleton
estuvo trabajando hace dos años. Estuvo en libertad condicional por ello. Lo
que lo convierte en reincidente —Graves sonrió de modo angelical—. Se lo acabo
de contar a Addy.
—¿De veras? —Demi contuvo el aliento.
—Pensé que te gustaría saberlo —aseguró
el jefe de policía—. Imaginé que un hombre así debía de tener una condena en
algún sitio. En Montana no, así que empecé a buscar por los estados adyacentes.
Comprobé el historial de delitos de Wyoming, se me encendió una luz y llamé al
fiscal del distrito en que se puso la denuncia. ¡Menuda historia me contó! Así
que esta mañana a primera hora fui a hablar con Addy.
—Ahora me siento mejor por haber
accedido a llegar a un acuerdo —aseguró Demi—. Su historial delictivo afectará
a la sentencia, ¿verdad?
—Sin duda —le aseguró Graves—. Y,
además, el juez que se va a encargar de su caso es famoso por su severidad ante
los delitos sexuales. Es una mujer.
A Demi se le iluminaron los ojos.
—Pobre señor Tarleton.
—Qué bueno que haya venido a traernos
las últimas noticias —dijo Niall encantado.
Graves se caló el sombrero hasta los
ojos.
—No os olvidéis de mi invitación de
boda —les pidió sonriendo.
—Gracias otra vez —le dijo Demi.
—Me gustan los finales felices —se
despidió Graves.
Cuando se hubo marchado, Niall se giró
hacia Demi con mirada escrutadora.
—Voy a venir a buscarte después de la
cena —le informó—. Tenemos mucho de qué hablar.
—Niall, soy pobre —comenzó a decir.
Él se reclinó en el mostrador y la
besó con dulzura.
—Yo sería pobre si no te tuviera a ti —le
dijo tiernamente. Sacó una cajita recubierta de terciopelo del bolsillo y se la
puso en las manos—. Ábrela cuando me haya ido.
—¿Qué es? —preguntó ella en un
susurro.
—Algo de lo que tenemos que hablar,
por supuesto —Niall le guiñó un ojo y sonrió de oreja a oreja. Salió por la
puerta y la cerró despacio tras de sí.
Demi abrió la cajita. Era una alianza
de boda de oro y un precioso anillo con un diamante. Se los quedó mirando hasta
que las lágrimas le quemaron los ojos. Un hombre compraba un juego de anillos
como ésos cuando quería que se heredaran, que pasaran de generación en
generación. Demi los estrechó contra su corazón. A pesar de sus diferencias,
sabía lo que iba a decir.
La señora Lovato tardó varios minutos
en entender lo que Demi le estaba diciendo.
—No, cariño —insistía—. Niall trabaja
para el señor Horan. Eso fue lo que nos dijo.
—Sí, pero no mencionó que Taggert era
su segundo nombre, no su apellido —replicó Demi con paciencia—. Su hermano Gil
y él son los ganaderos más famosos del Oeste.
Su madre se reclinó hacia atrás
exhalando un suspiro.
—Entonces, ¿qué buscaba por aquí? —preguntó
dolida.
—Bueno, ésa es la parte más
interesante —replicó Demi sonrojándose—. Parece que él… quiere que… me ha
traído esto —sacó la cajita, la abrió y se la puso a su madre en las manos.
Los ojos de la señora Lovato
observaron los anillos con fascinación.
—Qué hermosura —dijo acariciando la
alianza antes de alzar la mirada hacia su hija con los ojos empañados en
lágrimas—. Va en serio, ¿verdad?
—Sí, creo que sí —Demi suspiró y se
sentó al lado de su madre—. Todavía no me lo puedo creer.
—La cuenta del hospital… —comenzó a
decir la señora Lovato—. No había ningún fondo, ¿verdad?
Demi negó con la cabeza.
—Niall dijo que no podía quedarse
mirando cómo te morías. Te tiene cariño.
—Yo también se lo tengo a él —replicó
la señora Lovato—. Y quiere casarse con mi hija —sus ojos adquirieron un brillo
extraño—. Es curioso. ¿Recuerdas que te conté que mi abuela me dijo yo sería
pobre pero mi hija viviría como una reina? —se rió—. ¡Dios mío!
—Quizá fuera clarividente de verdad —Demi
tomó los anillos de mano de su madre y se los quedó mirando. Al parecer, los
sueños podían hacerse realidad.
Niall fue a buscarla justo cuando se
puso el sol. Se tomó su tiempo para saludar con un beso a la señora Lovato y a
Selene y para asegurarles que no pensaba llevarse a Demi fuera del condado
cuando se casaran.
—Voy a llevar este rancho yo mismo
—las tranquilizó con una sonrisa—. Demi y yo viviremos aquí. La casa tiene
sitio de sobra, así que podéis venir a vivir con nosotros.
La señora Lovato parecía preocupada.
—Tal vez no sea mucho, Niall, pero yo
nací en esta casa. He vivido aquí toda mi vida, incluso después de casarme.
Niall se inclinó para volver a
besarla.
—De acuerdo. Si quieres quedarte aquí,
haremos algunos arreglos y te buscaremos a alguien que te haga compañía.
—¿Harías eso por mí? —los ojos de la
señora Lovato se iluminaron.
—Todo es poco para mi segunda madre
—le aseguró él, y lo decía en serio—. Ahora Demi y yo vamos a hablar de los
detalles. Nos veremos luego.
—Vas a ser el mejor yerno del planeta —dijo
la madre de Demi dándole otro beso.
Niall la llevó al rancho. La cuadra
estaba ya levantada, los establos, a punto de terminarse, y la casa,
completamente reformada. Guió a Demi hasta la cocina, sonriendo ante su
entusiasmo.
—Podemos tener cocinera si lo
prefieres —le dijo.
Ella lo miró mientras deslizaba las
manos por el horno lleno de botones relucientes.
—Oh, me gustaría encargarme yo —vaciló
un instante—. Niall, en cuanto a mi madre y Selene…
Él se apartó del quicio de la puerta
en la que estaba apoyado y la estrechó entre sus brazos. Tenía una expresión
muy seria.
—Sé que estás preocupada por ellas.
Pero hablaba en serio cuando dije lo de la acompañante. Necesita una enfermera,
pero esa parte no se la contaremos a tu madre todavía.
—Todavía no está completamente
recuperada. Sé que una enfermera cuidará de ella, pero…
—Me gusta cómo te preocupas por los
tuyos —Niall sonrió—. Sé que no está lo suficientemente fuerte como para
quedarse sola y que no lo admitirá. Pero estamos muy cerca y puedes ir todos los
días a verla.
—De acuerdo —Demi sonrió—. Es que me
preocupo.
—Esa es una de las cosas que más
admiro de ti. Tu gran corazón.
—Tendrás que viajar mucho a las ferias
de ganado, ¿verdad? —le preguntó ella, recordando lo que había leído en una
revista sobre los Horan antes de saber quién era Niall.
—Antes lo hacía —dijo él—. Tenemos un
capataz en el rancho de Medicine Ridge que ahora está exhibiendo los toros de
Gil. Lo traeré aquí para que haga lo mismo con los nuestros. Ahora no quiero
estar fuera de casa a menos que sea absolutamente necesario.
—Y yo no quiero que te vayas a menos
que me lleves contigo —sonrió ella.
—Pensamos lo mismo —aseguró Niall—. No
le he dicho nada a tu madre, pero ya he entrevistado a varias mujeres que
podrían estar interesadas en ser internas. También he comprobado sus
referencias. Cuando supe que iba a casarme contigo empecé a pensar en cómo se
las iba a arreglar tu madre sin ti.
—Eres una caja de sorpresas —aseguró Demi
sin aliento.
—Sí, lo soy —reconoció él con una
sonrisa—. Las candidatas empezarán a llamar a la puerta sobre las diez de la
mañana del viernes. Tu madre será más feliz en su propia casa, Demi.
—Creo que tienes razón —murmuró ella
alzando la vista para mirarlo con sus ojos verdes.
—Podemos comprarle más comodidades y
arreglar lo que esté mal en la casa.
—Hay muchas cosas que están mal
—aseguró Demi preocupada.
—Soy rico, como tú me has recordado
—respondió Niall con naturalidad—. Puedo cubrir los gastos de todo lo que
Selene y ella necesiten. Después de todo, son mi familia.
Ella lo abrazó con calor y colocó la
mejilla sobre su pecho.
—¿Quieres tener hijos? —le preguntó.
Niall alzó las cejas y sus ojos azules
brillaron.
—Por supuesto. ¿Quieres que empecemos
ahora mismo a encargarlos? —miró a su alrededor—. La mesa de la cocina es un
poco pequeña pero… ¡Ay!
Demi le retiró el puño del estómago.
—Ya sabes a qué me refiero. De verdad,
¿qué voy a hacer contigo?
—¿Quieres que te dé alguna pista? —se
ofreció Niall sonriendo con malicia mientras ella se sonrojaba violentamente.
—Mira por la ventana y dime lo que ves
—le pidió ella.
Niall obedeció. Había gente entrando y
saliendo de los establos sin terminar, trabajando en el interior.
—Te aseguro que si se te ocurre aunque
sea besarme, estaremos en todas las páginas de sociedad de Internet —le dijo—.
Y no sólo por ser quien eres.
Niall se rió a carcajadas.
—De acuerdo. Esperaremos —miró hacia
fuera otra vez y torció el gesto antes de guiarla hacia un pasillo oscuro—.
Necesitarán visión nocturna para vernos aquí —aseguró mientras se inclinaba
para besarla con deseo.
Ella lo besó a su vez, sintiendo un
calor explosivo por dentro tan intenso que pensó que iba a arder. Se estremecía
cuando Niall la besaba así, con la boca y con todo el cuerpo. Él le deslizó las
manos por la blusa y por los pechos. Sintió sus duros pezones y gimió,
besándola todavía con más fuerza.
Demi no sabía nada sobre encuentros
íntimos, pero de pronto deseaba vivir uno desesperadamente. Se alzó encima de
él, tratando de acercarse todavía más. Niall la apretó contra la pared y apoyó
su cuerpo contra el suyo, besándola más y más hasta que Demi gimió en voz alta
y se estremeció.
Aquel sonido atravesó la mente de Niall.
Se apartó de ella y dio un paso atrás, aspirando con fuerza el aire para
recuperar el control que había estado a punto de perder.
—¿Te paras? —preguntó Demi sin
aliento.
—Sí, me paro —respondió él tomándola
de la mano y llevándola de nuevo hacia la cocina. Tenía las mejillas sonrojadas—.
No volveremos a estar solos hasta la boda —añadió con firmeza mirándola a los
ojos—. Vamos a hacerlo todo al modo convencional, ¿de acuerdo?
Ella sonrió con todo su corazón.
—De acuerdo.
—De todas maneras, no tenemos cama
todavía —suspiró Niall.
A Demi le brillaban los ojos. Niall
era muy divertido, y cuando la besaba veía fuegos artificiales. Su matrimonio
iba a ser magnífico, de eso estaba segura. Dejó de preocuparse por ser pobre.
Cuando se abrazaban, el dinero no importaba en absoluto.
El siguiente obstáculo fue el más
duro. Niall anunció una semana después que su familia iba a llegar para conocer
a su futura esposa. Demi no pudo dormir aquella noche por la preocupación. ¿Qué
pensaría aquella gente tan rica cuando vieran dónde vivían, lo pobres que eran?
¿Creerían que iba sólo tras el dinero del Niall?
Todavía seguía preocupada cuando
aparecieron la tarde siguiente por la puerta con Niall. Demi apareció ante
ellos en el porche con su mejor vestido, que tenía dos años y estaba pasado de
moda. Pero al hombre alto y rubio y a la esbelta mujer de cabello oscuro no
parecía importarles cómo iba vestida. La mujer, que no parecía mucho mayor que
ella, la abrazó con cariño.
—Soy Kasie —se presentó sonriendo de
oreja a oreja—. Y él es Gil, mi marido.
Gil sonrió y le estrechó la mano con
calor.
—Y éstas son nuestras niñas, Bess y Jenny
—continuó Kasie señalando a las dos niñas rubias que llevaba tomadas de cada
mano—. Decid hola, es la prometida del tío Niall.
Bess, la más alta, miró a Demi con los
ojos muy abiertos.
—¿Vas a casarte con el tío Niall? Es
muy simpático.
—Sí, lo es —reconoció Demi agarrando a
Niall de la mano—. Os prometo que cuidaré muy bien de él. Vamos, entrad —les
dijo—. Lo siento, no es un sitio muy… —añadió avergonzada.
—Demi, a nosotros nos crió nuestro
tío, que odiaba las cosas materiales —le dijo Gil con dulzura—. Él creció en un
sitio como éste. Nos gusta pensar que eso nos forjó el carácter.
—Lo que quiere decir es que no te
disculpes —dijo Niall en un susurro.
Demi se rió. Más tarde se enteró de
que Kasie había crecido en condiciones todavía más duras, en una zona de África
que estaba en guerra. Sus padres, misioneros, fueron asesinados allí.
La señora Lovato, con Selene a su
lado, los saludó un poco intimidada.
—Deja de poner esa cara —la reprendió Niall
abrazándola—. Esta es mi futura suegra, la mujer más dulce que he conocido
después de Kasie.
—¿Y yo? —preguntó Demi haciendo un
puchero.
—Tú no eres dulce. Tú eres una
maravilla —le dijo con una sonrisa.
—De acuerdo, me conformo —se rió ella
girándose hacia los demás—. Entrad y sentaos. ¿Hago café?
—No, por favor —protestó Gil—. Ya me
he tomado como cinco cafeteras de camino aquí. Anoche nos acostamos tarde
tratando de recolocar la valla tras una tormenta. Kasie ha conducido casi todo
el camino hasta aquí. No creo que pueda volver a tomar café en mi vida.
—¿Saliste con tus hombres a arreglar
la valla? —preguntó la señora Lovato sorprendida.
—Por supuesto. Siempre lo hago
—respondió Gil con naturalidad.
La señora Lovato se relajó. Y su hija
también. Aquella gente no era como habían esperado. Incluso Selene se sintió
cómoda, con lo tímida que solía ser con los desconocidos. Fue una visita
maravillosa.
—Bueno, ¿qué te parecen? —le preguntó Niall
a Demi mucho más tarde, cuando se preparaba para regresar al rancho.
—Son estupendos —respondió
acomodándose contra su pecho en el porche oscuro—. No son ningunos esnobs. Me
gustan.
—Y tú a ellos también —añadió Niall
con una sonrisa—. Ya no hay más obstáculos. Ahora lo único que tenemos que
hacer es casarnos.
—Pero yo no sé cómo organizar una gran
boda —dijo Demi.
—No te preocupes. Conozco a alguien
que puede hacerlo.
La boda la organizó maravillosamente
una profesional de Colorado que Niall contrató. Era una mujer joven y dulce, y
al parecer muy discreta. Demi estaba fascinada con las bodas que había
organizado para gente por todo el país, entre ellas la de su cantante de
country favorita.
—¿Tú organizaste esa boda? —exclamó Demi.
—Así es. Nadie supo nada hasta que
estuvieron de luna de miel. Esa es la razón por la que me ha contratado tu
futuro marido —admitió la joven—. Soy la discreción personificada. Y ahora dime
qué colores te gustan y nos pondremos a trabajar.
Se decidieron por una combinación de
rosa, amarillo y blanco. Demi había pensado en un sencillo vestido blanco, pero
Mary Garnett le enseñó un traje de alta costura con los tonos bordados en seda.
Era el vestido de novia más bonito que Demi había visto en su vida.
—¡Pero se podría comprar una casa por
ese dinero! —exclamó al enterarse del precio.
Niall, que acababa de entrar en el
salón de su casa, se detuvo en la puerta.
—Sólo nos vamos a casar una vez —le
recordó.
—Pero es muy caro —protestó ella.
Niall se acercó al sofá y miró por
encima del hombro a la fotografía del vestido.
—Cómpralo —le dijo a Mary.
Demi abrió la boca. Él se inclinó para
callarla con un beso y volvió a salir. Mary sonrió.
Niall tenía otra sorpresa para ella
metida en una cajita. Era un regalo de boda anticipado. Se había enterado de
que tuvo que empeñar el reloj y la pistola de su abuelo para pagar las facturas
y los había recuperado. Demi lloró como una niña. Lo que significó que Niall
tuvo que consolarla a besos.
Ella insistió en seguir trabajando a
pesar de las protestas de Niall. Quería ayudar más en la boda y se sentía
culpable por no hacerlo, pero Mary lo tenía todo organizado. Se enviaron las
invitaciones y se hicieron arreglos florales. Se contrató a una pequeña
orquesta para que tocara en la fiesta.
La ceremonia iba a celebrarse en el
rancho familiar de Medicine Ridge para asegurarse la privacidad. Gil ya había
dicho que iba a contratar más seguridad para la ocasión que la que tenía el
presidente de Estados Unidos. Nadie iba a estropear aquella boda. Y nadie
podría entrar sin invitación y carné de identidad.
—¿Eso es realmente necesario? —le
preguntó Demi a Niall cuando se quedaron solos.
—Ni te imaginas lo conocidos que son
nuestros padres —suspiró él—. Ellos también vendrán a la boda, y mi padre no
puede mantener la boca cerrada. Gil y Kasie le han hablado de ti y ya le está
hablando a todo el que quiera escucharlo de su nueva nuera.
—¿Yo? —Demi estaba asombrada—. Pero si
no tengo ninguna habilidad especial, y ni siquiera soy guapa.
—Tienes el corazón más grande que he
visto en mi vida —le aseguró él sonriendo—. Lo que te hace especial no es lo
que haces o lo que tienes, sino lo que eres, Demi.
Ella se sonrojó.
—¿Y tu madre?
Niall la besó en la punta de la nariz.
—Está tan contenta de tener acceso a
sus nietas que nunca monta ningún escándalo por nada. Pero está encantada
porque haya alguien en la familia que sepa hacer punto.
—¿Cómo sabes que sé hacer punto?
—¿Crees que no me he fijado en las
mantas y en los tapetes que hay por toda la casa?
—Podría haberlos hecho mamá.
—Pero no es así. Ella me contó que
puedes incluso hacer jerseys. A mi madre le encantaría aprender. Quiere que le
enseñes.
—Por supuesto, es facilísimo. ¿No le
importa que sea pobre? ¿Y a los demás? ¿No piensan que me caso contigo por tu
dinero?
—Demi —le dijo Niall muy serio—, tú no
sabías que tenía dinero hasta que te pedí en matrimonio. Y ellos lo saben.
—De acuerdo entonces —suspiró ella.
Niall se inclinó para besarla.
—Sólo quedan unos días —murmuró—. No
puedo esperar.
—Yo tampoco —confesó Demi—. Es muy
emocionante. Aunque implica mucho trabajo.
—Mary está haciendo casi todo para que
tú no tengas que molestarte. Bueno, tendrás que buscar los vestidos adecuados
para tu madre y Selene.
—Eso no es trabajo —se rió ella—. Les
encanta ir de compras. Me alegro de que mamá haya terminado ya con la
quimioterapia. Cada día está mejor. Me preocupaba que estuviera demasiado débil
como para venir a la boda, pero dice que no se la perdería por nada del mundo.
—Tendremos a una enfermera profesional
en la boda —le aseguró Niall—. Por si acaso. No te preocupes.
Por fin llegó la boda. Demi se había
mordido las uñas hasta la raíz por la preocupación de que algo saliera mal. Niall
le aseguró que todo iría sobre ruedas, pero ella no era capaz de relajarse.
Aunque una vez que estuvo en la puerta
del gran salón de baile de la mansión de los Horan de Medicine Ridge, donde se
iba a celebrar la boda, estaba menos nerviosa. La visión de Niall vestido de
esmoquin delante del altar la tranquilizó. Esperó a que sonara la música y
entonces agarró con fuerza el ramo de flores y empezó a caminar despacio por el
pasillo. El corazón le latió locamente cuando llegó hasta Niall y él sonrió.
Era el hombre más guapo que había visto en su vida. ¡Y se iba a casar con ella!
El sacerdote les sonrió a ambos y
comenzó la ceremonia. Todo fue rutinario hasta que le preguntó a Niall si tenía
los anillos. Niall comenzó a rebuscar en los bolsillos y no los encontró.
Torció el gesto, asombrado.
—Tío Niall, ¿no te acuerdas? —Murmuró
Jenny a su lado alzando un cojín de seda—. Los anillos los tengo yo.
Niall los tomó de la almohadilla y se
inclinó para besar a su sobrina en la frente. La niña se rió y corrió a ponerse
al lado de su hermana Bess.
El sacerdote terminó la ceremonia e
invitó a Niall a que besara a la novia. Él levantó el precioso velo bordado que
le cubría el rostro y lo echó hacia atrás. Sus ojos buscaron los suyos. Le
sujetó el rostro con sus grandes manos. Se inclinó para besarla con tanta
ternura que las lágrimas rodaron por las mejillas de Demi.
Volvió a sonar la música. Demi tomó a Niall
de la mano y juntos recorrieron el pasillo para salir por la puerta. La fiesta
iba a celebrarse en un gigantesco comedor del que se habían retirado los
muebles para la ocasión. Mientras comían la tarta nupcial y se hacían las
fotos, sonaba los acordes de Debussy interpretados por la orquesta. Demi vio
que había estrellas de cine, políticos y al menos dos multimillonarios entre
los invitados. Se estaba codeando con gente que sólo había visto en las
revistas. Era fascinante.
—Un obstáculo más, señora Horan —le
susurró Niall—, y entonces podremos irnos una semana entera a Cancún.
—Sol y playa.
—Y tú y yo. Y una cama —Niall alzó las
cejas.
Demi se rió y escondió la cara contra
su pecho para disimular el sonrojo.
—Bueno, no ha estado mal la boda —dijo
una voz familiar detrás de ellos.
El jefe de policía Graves llevaba
puesto un traje muy bonito y tenía un plato con un trozo de tarta en la mano.
—Pero no me gusta la tarta de
chocolate —señaló—. Y no hay café.
—Sí hay café —aseguró Niall alzando
una taza—. Yo no voy a bodas en las que no se sirva café.
—¿De dónde lo has sacado? —preguntó el
policía.
Niall señaló hacia una esquina del
fondo, donde había una cafetera medio llena detrás de un jarrón con flores.
Graves sonrió.
—Espero que tengáis una vida larga y
feliz juntos.
—Gracias, jefe Graves —le dijo Demi.
—Me alegro de que hayas podido venir
—aseguró Niall.
—Os he traído un regalo —dijo de
pronto. Rebuscó en los bolsillos y sacó un paquetito—. Es algo muy útil.
—Gracias —dijo Demi conmovida
quitándoselo de las manos.
El policía le dirigió a Niall una
mirada cómplice, sonrió y fue en busca del café.
—Me pregunto qué será —murmuró Demi
abriendo el paquete.
—¡Vaya! —exclamó Niall cuando vio lo
que había dentro.
Demi miró por encima de su hombro y
sonrió con afecto. Eran dos CDs dobles de música romántica.
Miraron hacia la esquina donde estaba la cafetera. Graves alzó su taza
en su honor. Ellos se rieron y lo saludaron con la mano.